lunes, 26 de agosto de 2019

Personalidad Adictiva


“Del latín addictĭo, la adicción es el hábito que domina la voluntad de una persona. Se trata de la dependencia a una sustancia, una actividad o una relación. Las adicciones controlan los pensamientos y los comportamientos de las personas, que sólo desean conseguir o realizar la cosa deseada. Para satisfacer este deseo, los adictos pueden cometer ilícitos, distanciarse de sus seres queridos y poner en riesgo su propia integridad, ya que pierden noción de la realidad. Existen diversos síntomas que vienen a dejar patente que una persona en cuestión está bajo los influjos de una adicción. En concreto, entre los más significativos se encuentran los siguientes:
•        Pérdida del interés en aficiones o actividades que antes eran muy importantes.
•        Cambios en el peso.
•        Alteraciones bruscas en el estado de ánimo.
•        Irritabilidad.
•        Ira y nerviosismo del adicto cuando alguien le plantea que lo es.
•        Debilidad y dificultad para conciliar el sueño.
•        Cuadros de ansiedad, estrés o depresión.”


Hablar de una adicción es hablar de una enfermedad crónica que se irá desarrollando gradualmente, ya que el paciente hace ajustes en su vida para continuar funcionando a pesar de su enfermedad, es decir, compensan y se adaptan de tal forma que pueden ocultar su adicción por un largo tiempo, hasta que su calidad de vida y su salud se ven notoriamente comprometidos y deteriorados.

Es muy común pensar que una adicción se relaciona solamente con ciertas sustancias como drogas, alcohol o nicotina, pero la gama es tan amplia como el abanico de intereses que tiene el ser humano, así tenemos adicción al juego de azar, redes sociales o a otras personas por ejemplo.

Laham, M. (s/f) nos explica que “El rasgo principal de la conducta adictiva es su capacidad para generar en la persona adicta la sensación de bienestar y gratificación inmediata. En este sentido, simulan aliviar el malestar psicológico que puede producir el estrés, la angustia, la ansiedad y otras emociones negativas, transformándose en un estilo negativo de afrontamiento de dichas emociones.”
En estas personas existe una negación a tomar conciencia de las consecuencias que el hábito que los controla acarrea para su salud o calidad de vida, ya que la pérdida de control caracterizada por episodios convulsivos u obsesivos. Este comportamiento va de menor a mayor paulatinamente.

Existen factores biológicos, familiares (genéticos y culturales), de personalidad y socio-culturales que llevan a la adicción
Debido a que existen adictos con diversos tipos de personalidad y que existen  factores de personalidad que juegan un rol en el desarrollo de la adicción. No se ha desarrollado un perfil concluyente que nos indique si una persona tiene o no personalidad adictiva, sin embargo, se han detectado ciertas circunstancias similares como:
-       Tendencia a aislarse socialmente básicamente por tener pobres habilidades sociales. El objeto de su adicción funciona como un sustituto y compensación.
-       Pobre habilidad en el manejo del estrés y las emociones negativas con falsos estilos de afrontamiento que sostienen en la adicción.
-       Dificultades para expresar los sentimientos.
-       Escasa tolerancia a la frustración.
-       Dificultad de planear y de mantener metas a largo plazo, muchas veces presencia de proyectos utópicos.
-       Suelen ser impulsivas en la resolución de problemas.
-       Extremismo, oscilan entre lo blanco y lo negro sin matices.
-       Tienen comportamientos compulsivos.
-       Cuando deben dejar una adicción suelen sustituirla por otra.

Estos factores coinciden con los criterios del DSM IV, que a pesar de que se tratan de un trastorno de dependencia a otra persona, también son un tipo de adicción:
F60.7 Trastorno de la personalidad por dependencia (301.6) [Criterios CIE-10]
Una necesidad general y excesiva de que se ocupen de uno, que ocasiona un comportamiento de sumisión y adhesión y temores de separación, que empieza al inicio de la edad adulta y se da en varios contextos, como lo indican cinco (o más) de los siguientes ítems:
1. tiene dificultades para tomar las decisiones cotidianas si no cuenta con un excesivo aconsejamiento y reafirmación por parte de los demás.
2. necesidad de que otros asuman la responsabilidad en las principales parcelas de su vida.
3. tiene dificultades para expresar el desacuerdo con los demás debido al temor a la pérdida de apoyo o aprobación. Nota: No se incluyen los temores o la retribución realistas.
4. tiene dificultades para iniciar proyectos o para hacer las cosas a su manera (debido a la falta de confianza en su propio juicio o en sus capacidades más que a una falta de motivación o de energía).
5. va demasiado lejos llevado por su deseo de lograr protección y apoyo de los demás, hasta el punto de presentarse voluntario para realizar tareas desagradables.
6. se siente incómodo o desamparado cuando está solo debido a sus temores exagerados a ser incapaz de cuidar de sí mismo.
7. cuando termina una relación importante, busca urgentemente otra relación que le proporcione el cuidado y el apoyo que necesita.
8. está preocupado de forma no realista por el miedo a que le abandonen y tenga que cuidar de sí mismo.
Por otro lado, en otro tipo de adicciones: “se ha podido observar que entre las personas que abusan de tóxicos se aprecia más frecuentemente una alta tasa de prevalencia de distintos trastornos de personalidad (Seivewright & Daly, 1997; Skodol, OIdham & Gallaher, 1999). De esta manera los trastornos de la personalidad cobran un lugar preferente en la psicología clínica debido a su alta incidencia en la población, unas veces en su apariencia sintomática diferenciada, otras en cambio de forma comórbida con otros trastornos (Millon & Everly, 1994).” Herrero, J. (2004).
En un estudio realizado a 79 usuarios de drogas, de edad comprendida entre 18-65 años y diagnosticados de abuso o dependencia de drogas según criterios DSM IV, con la intención de identificar los trastornos de personalidad que pudiesen influir en su conducta, Salazar-Fraile, J., Ripoll-Alandes, C., & Bobes, J. (2010), encontraron que “Respecto a los trastornos de personalidad, los pacientes caracterizados por la impulsividad/inestabilidad y la pasividad-resentimiento presentan mayor riesgo de recaída durante el tratamiento. Respecto a los rasgos de personalidad, la sensibilidad excesiva a la humillación supone un factor de riesgo de recaída mientras que el orgullo y la confianza en sí mismo supone un factor de protección.” Las variables predictivas estudiadas se caracterizan por una diversidad elevada comprendiendo las sociodemográficas, familiares, legales, comorbilidad con otras patologías así como caracterización del consumo, de la adicción o de la abstinencia. Entre las variables clínicas destacan las referidas a rasgos de personalidad y los trastornos de personalidad, especialmente el grupo B del Eje II de la DSM-IV (límite, antisocial, narcisista e histriónico).
Criterios diagnósticos generales para un Trastorno de la personalidad DSM-IV
A. Un patrón permanente de experiencia interna y de comportamiento que se aparta acusadamente de las expectativas de la cultura del sujeto. Este patrón se manifiesta en dos (o más) de las áreas siguientes:
1. cognición (p. ej., formas de percibir e interpretarse a uno mismo, a los demás y a los acontecimientos)
2. afectividad (p. ej., la gama, intensidad, labilidad y adecuación de la respuesta emocional)
3. actividad interpersonal
4. control de los impulsos
B. Este patrón persistente es inflexible y se extiende a una amplia gama de situaciones personales y sociales.
C. Este patrón persistente provoca malestar clínicamente significativo o deterioro social, laboral o de otras áreas importantes de la actividad del individuo.
D. El patrón es estable y de larga duración, y su inicio se remonta al menos a la adolescencia o al principio de la edad adulta.
E. El patrón persistente no es atribuible a una manifestación o a una consecuencia de otro trastorno mental.
F. El patrón persistente no es debido a los efectos fisiológicos directos de una sustancia (p. ej., una droga, un medicamento) ni a una enfermedad médica (p. ej., traumatismo craneal).
Los mismos autores mencionando a Millon y Davis 1996, y refieren que estos trastornos de personalidad se caracterizan por una percepción distorsionada de sí mismo así como la prevalencia de un patrón no adaptativo de relaciones interpersonales y de control de impulsos. Estos trastornos comparten un patrón disfuncional de relaciones interpersonales y una tendencia a la percepción sobredimensionada, subdimensionada o inestable de sí mismo
En otro estudio realizado por Herrero, J. (2004). a 1094 toxicómanos, se encontró que a mayor duración del episodio toxicómano se espera un patrón psicopatológico mucho más pronunciado. Los resultados arrojaron la existencia de una relación significativa entre ambos aspectos. Esta condición genera una vulnerabilidad psíquica que no sólo predispone al individuo a desarrollar un trastorno del Eje I, sino que complica también el curso del trastorno cuando éste existe (Millon et al., 1999). Así, tratar el trastorno del Eje I sin tratar el trastorno de la personalidad, o Eje II, es lo mismo que neutralizar los síntomas sin tratar la enfermedad. Es importante adecuar la intervención psicológica a los distintos trastornos que presentan estos individuos, y que son muy variados. Como consecuencia, en este caso será mucho más operativo definir la personalidad adictiva como un resultado de la alteración de la personalidad causada por un proceso de adicción.

Conclusiones:
Retomando a Laham, M. (s/f): “El rasgo principal de la conducta adictiva es su capacidad para generar en la persona adicta la sensación de bienestar y gratificación inmediata. En este sentido, simulan aliviar el malestar psicológico que puede producir el estrés, la angustia, la ansiedad y otras emociones negativas, transformándose en un estilo negativo de afrontamiento de dichas emociones.”
Concluyo con la idea de que una personalidad adictiva tiene no sólo un factor determinante, es un conjunto de situaciones y alteraciones los que empujan a una persona a una compulsión maladaptativa, primordialmente una falsa imagen de sí mismo como el narcisista, el histriónico o el límite, que se caracterizan por tener una propiosepción distorsionada, lo mismo que su autoestima.
Aprendí que todos tenemos adicciones y que no necesariamente se deben notar a simple vista porque tendemos a modificar nuestros hábitos en torno a ellas, que existe una graduación y que a menor escala, los trastornos aumentan y las condiciones de vida disminuyen exponencialmente y el control sobre si mismo y el mal hábito se pierde del mismo modo.
Cuando se detecta una adicción, se debe mirar que Trastorno clínico (Eje I) manifiesta la conducta del paciente para tratarlo desde ahí, de lo contrario solo sería una modificación temporal y el riesgo de una recaída es mucho mayor.
Finalmente, en una introspección personal detecté varios hábitos que sintomatológicamente concuerdan con la descripción de este trabajo: compras compulsivas e impulsivas y acumulación de libros y material para manualidades. Hábitos que ya tenía identificados con anterioridad y que tengo bajo control.

Lic. Denise Monti
Psicoterapeuta


Referencias:
Cruzado Díaz, L., Matos Retamozo, L., & Kendall Folmer, R. (2006). Adicción a internet: Perfil clínico y epidemiológico de pacientes hospitalizados en un instituto nacional de salud mental. Revista Médica Herediana, 17(4), 196-205. consultado en: http://www.scielo.org.pe/scielo.php?pid=S1018-130X2006000400003&script=sci_arttext
Herrero, J. (2004). Alteraciones de la personalidad asociadas a las conductas adictivas: influencia de la duración del consumo y sus implicaciones. Psykhe (Santiago), 13(1), 91-100.Consultado en: http://www.scielo.cl/scielo.php?pid=S0718-22282004000100008&script=sci_arttext
Ballesteros, A., Mestre, H., Pechobierto, N., Puigdoménech, A., & Ramos, M. (2003). Influencia de las variables de personalidad en la adicción al trabajo en un estudio con profesores universitarios. Consultado en: http://repositori.uji.es/xmlui/bitstream/handle/10234/79395/forum_2003_22.pdf?sequence=1&isAllowed=y
Salazar-Fraile, J., Ripoll-Alandes, C., & Bobes, J. (2010). Narcisismo manifiesto, narcisismo encubierto y trastornos de personalidad en una Unidad de Conductas Adictivas: validez predictiva de respuesta a tratamiento. Adicciones, 22(2), 107-112. consultado en: http://www.adicciones.es/index.php/adicciones/article/view/199
Laham, M. La conducta adictiva. Psicología de la Salud, s/f, consultado en: http://www.psicologiadelasalud.com.ar/art-profesionales//la-conducta-adictiva-78.html?p=2
American Psychiatric Association [APA], 1994; consultado en: http://www.psicomed.net/dsmiv/dsmiv.html

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